viernes, diciembre 08, 2006

I. COMENZANDO (Relato de situaciones reales)

Las pondré por pedacitos, de a poco, por capítulos.
Los títulos de los capítulos de esta historia comienzan todos por un número, de modo que todas las entradas que no comiencen así no forman parte de ella, son temas aparte.

Aquí va el primero:



I. COMENZANDO

Antes de comenzar el relato de esta historia, me he planteado la inquietud de cuál será la actitud interior que debo asumir para que la narración resulte como yo quisiera: esto es, un relato convincente, que tenga la virtud de transmitir a quien lo lea la verdadera sensación de estar interiorizándose de vivencias reales.

Y que ojalá resulte fácil de leer, pues creo que su lectura será de mayor interés en la medida que al avanzar en ella, el contenido de las páginas anteriores esté presente en la memoria del lector. En resumen, mi deseo es que sea leído con pocas interrupciones y con la mayor fluidez posible.

La conclusión a que he llegado ante esta inquietud es que, primando sobre cualquier otra postura interior, debo ser descarnadamente honesto conmigo mismo, lo que estimo no me será demasiado difícil, puesto que esa característica ha venido rigiendo estrictamente la gran mayoría de las actuaciones más recientes de mi vida, (aunque creo que también las anteriores).

En atención a todo lo expuesto, comienzo por declarar que la historia corresponde íntegramente a situaciones reales, vividas y sentidas intensamente por mí.

Además confieso sinceramente que nunca pensé, a lo largo de todos los minutos que contienen mis más de 60 años de existencia, que alguna vez llegaría siquiera a imaginar la idea de escribir ninguna historia.

Por otra parte siempre he pensado que para efectuar una narración escrita es preciso tener una forma de pensamiento, una estructura mental capaz, además de encadenar adecuadamente las ideas para otorgar coherencia a la narración, de hacer uso del lenguaje de tal suerte que lo escrito refleje correctamente el conjunto de ideas que se pretende transmitir, que sea fácil de leer, y que ojalá resulte entretenido o ameno para quien lo lea.

Creo no tener la gracia de ser dueño de ninguna de esas virtudes: mi pensamiento, siendo lógico a ultranza, suele escurrirse hacia diferentes temas - especialmente cuando se trata de narrar o describir alguna situación - tomando diversas direcciones que lo apartan del tronco principal, derivando hacia cualquier rama y pretendiendo además, en busca de una explicación completa, recorrer y analizar cabalmente dicha rama, pues de otro modo me asalta el temor de no haber entregado todo el bagaje de información necesario para que quien me escucha una narración verbal, o el lector en este caso, disponga de una visión completa que le permita conocer, sin vacíos de antecedentes, todo el conjunto de las situaciones descritas, con lo que podrá formar su propia impresión sobre los hechos, con alta probabilidad de que ella resulte verdaderamente apegada a la realidad de las situaciones ocurridas.

Pero en fin, el caso es que ya me he dispuesto a escribirla y sin embargo aún no tengo claro cuál debe ser el punto de partida.

¿Por dónde empezar?

Esta es una pregunta que suele plantearse la gente ante una situación difícil, desconocida, con demasiadas variables como para comprender de una sola vez todos sus alcances y relaciones.

En los casos en que dicha pregunta se le formula a otra persona, suele obtenerse como respuesta, sencillamente: por el principio.

Se trata de una respuesta aparentemente simplona, casi obvia, que a priori estimamos no nos brindará realmente ninguna ayuda para resolver la situación.

Sin embargo, cuando dicha situación es de tal naturaleza que podemos saber con seguridad cuál es su comienzo o principio, y existe en ella una cronología objetiva que nos permite continuar en esa forma su concatenación, trama o hilado, realmente ésa es una muy buena forma de aproximarnos a un método que nos permita entender y describir cabalmente la mencionada situación en particular.

Pero si debemos enfrentarnos a determinado problema que se nos presenta revestido de elevadas características de complejidad, envergadura o desconocimiento, y no tenemos certeza acerca de cuál es su punto inicial ni cómo se enlazan con él el resto de las circunstancias, hechos, pensamientos o factores que lo componen; entonces ello no es posible.

Si embargo en ese caso existe la posibilidad de encarar el problema con mayor sencillez mediante su descomposición en subproblemas o elementos de problema tales que, de a uno por uno, no sean realmente complicados ni enormes; ya que si aún lo son, a su vez siempre será posible intentar nuevamente una descomposición, hasta llegar a los elementos básicos que nos permitan tomarlos con tranquilidad y de a uno por vez.

Así también, en caso que en algún momento nos veamos envueltos en una situación dramática, terrible, que compromete hasta la raíz misma de nuestra vida, - o al menos así los sentimos en ese momento -, que nos asusta hasta el punto de creer que seremos incapaces de encararla de manera alguna, confundiéndonos más aún el hecho que tampoco podemos vislumbrar la forma en que sería razonable enfrentarla aún si fuéramos capaces, y cuando ya nos parece que estamos frente a un desastre para el resto de nuestra existencia y que el mundo está por caernos encima; podemos tomar las cosas con serenidad, para evitar enloquecer, mediante la estrategia de preocuparnos solamente por ahora de lo que debemos hacer o resolver hoy, y despreocuparnos absolutamente del futuro que continúa más allá del presente día.

Sin embargo, para ello debemos estar convencidos, o lograr convencernos, que la urgencia es un concepto aplicable sólo a lo inmediato, a lo del momento actual, ya que lo que debamos hacer mañana será urgente entonces, y por lo tanto deberemos resolverlo en el futuro. No es nuestro problema ahora.

En esta forma podremos llegar a despreocuparnos del mañana o de los próximos meses y años, e incluso del resto de la vida, que es el caso en que si no logramos desentendernos podríamos caer en algún estado depresivo que quizás nos condujera realmente a un desastre, haciendo desaparecer el resto de nuestra existencia a causa de una eventual decisión personal imperdonable.

Las circunstancias en que ocurren los acontecimientos, y los acontecimientos mismos, ¿están ligados a los hechos que han ocurrido en oportunidades anteriores? Una situación que se presenta en la vida de un individuo en particular, ¿tiene su razón de ser en la personalidad, en las experiencias anteriores, en las cosas aprendidas o conocidas bajo cualquier circunstancia por esa persona? ¿Depende también de dichas circunstancias? ¿Cómo puedo yo saber si lo que me ocurre hoy está influido por lo que me pasó ayer, o por lo que pensé anteayer, o por lo que dijeron hace un mes atrás, o por ...? Etc., etc.

O por el contrario, ¿será que realmente no existe relación alguna entre todo ello y lo que me ocurre hoy sólo depende del azar o el destino?

Por cierto la respuesta no puede ser absolutamente categórica: sin duda la verdad de cómo o por qué suceden las cosas depende en particular de cuál sea cada una de esas cosas o situaciones, y por supuesto también de muchísimos otros factores que no es posible clasificar ni enumerar con absoluta certeza. Por otra parte no se puede, al menos con mi capacidad de retención, recordar todos los hechos de todos los días de quizás cuántos años que pudieron haber influido para que finalmente me fuese ocurriendo lo que en realidad me ha pasado, y por lo tanto no dispongo de todos los elementos de juicio necesarios para decidir cuáles de ellos son significativos y en consecuencia quizás permitirían explicar algunas de las causas de lo acontecido.

Debido a que me encuentro ante un cúmulo de estas y otras interrogantes y aún no tengo claro por dónde comenzar, trataré de ser consecuente con lo dicho y de paso me simplificaré la tarea con la siguiente posición: seré cabalmente honesto en la narración, diré todo lo que crea que pudiera ser en alguna forma una causa, un motivo hipotético o simplemente algo relacionado con determinada forma de pensar que haya podido influir en lo que finalmente han sido las situaciones que constituyen el motivo de la historia, cosa que no estoy seguro de lograr, pero haré el intento.

En resumen, relataré diversos aspectos de mi vida, ocurridos en distintas etapas de su desarrollo y cronológicamente quizás muy dispersos. Pero tienen algo en común: todos ellos en cierta forma tienen la posibilidad de haber actuado como formadores de una personalidad extraña o especial, aspecto que en definitiva sí me parece que ha tenido mucho que ver con lo que finalmente me ha ocurrido.

La historia no es espectacular. Pero creo que es interesante si se considera que toda ella, o algunas de las situaciones que contiene, pueden o podrían perfectamente ocurrirle a cualquier persona, y por lo tanto las reflexiones o pensamientos surgidos en cada instante son aplicables, o por lo menos podrían resultar de algún interés, para quien los analice y compare con los propios.